Recorrer México en moto siempre resulta apasionante. Desde 2012 no había vuelto a este país americano. Con los nervios como en el primer viaje, salía desde Mérida en la Península del Yucatán, rumbo a Sinaloa…

En moto por México: de Mérida a Chiapas

La primera parada fue en Mérida, como siempre con muchos nervios y ganas de salir a comerme las rutas preparadas desde Mérida hasta Chiapas, pero el recorrido total me llevaría cruzando a lo ancho el país,  y recorriendo la Baja California hasta Tijuana. Las prisas siempre son malas, pero cuando comienzas un viaje, parece que falta tiempo para salir y empezar a ver todo lo que te espera más allá de los primeros kilómetros. Desde Ducati Mérida, conde recogía mi Scrambler y después de una preciosa bienvenida, me dirigí a cumplir uno de mis sueños: bañarme en un cenote*.
Pero no sería lo primero que haría, ya que me costó adaptarme al calor y la humedad de un clima tropical casi olvidado por mis sentidos, aletargados en el otoño europeo del que venía…
*Cenote: palabra maya que significa pozo, abismo de agua.

En moto por México: los Mayas y su riqueza

Es cierto que cuando uno se propone algo, lo consigue. Y es igual de cierto que sobre la moto todo, o casi, es mágico. La noche anterior cené en esta magnifica ciudad de nombre español con los dos representantes de Ducati, (a los que agradezco públicamente su atención) y tras el paseo de rigor, después de una suculenta cena mejicana, puse rumbo a conseguir mi sueño, camino  de «mi cenote». Pero antes visitaría una de las  ciudades mayas más antiguas y mejor conservadas. Chichen-itza me dejó con la boca abierta,  alucinada por el poderío y la tecnología de esta antigua ciudad. Llegué ya tarde a Valladolid, (si otra con nombre español, pero en México, en la Península del Yucatán) y en uno de los semáforos de la entrada de la ciudad me encontré con otros viajeros, a los que animé a que me acompañasen a el cenote de agua cristalina.  Después de una breve presentación y de comer algo típico de un puesto callejero, buscamos entre las callejuelas, el famoso cenote de mis sueños.

En moto por México: ¡Increíble! ¡Mágico! ¡Una Belleza! ¡Impresionante!

No podía decir otra cosa cuando mi cabeza se asomó a ese abismo con fondo transparente, un círculo casi perfecto del que manaban aguas cristalinas. Un lugar reconocido por el ser humano desde hace millones de años y que aún se conserva tal y como lo encontraron. Un espacio donde la naturaleza nos regala su bien más preciado, más que el oro o el diamante: el agua. Y ni corta ni perezosa, me quité la ropa de la moto y me metí, poco a poco, (en ropa interior) entre los gritos que me hacían dar los pequeños peces negros que mordían los dedos de mis pies comiendo mi piel muerta (muerta por estar en la bota de la moto, claro) hasta que el agua cubrió mi cintura. Agua fría de este México Mágico, la más profunda de un cenote. De solo pensar en los millones de personas desde hace millones de años que se bañaron allí…es una sensación increíble flotar en ese agua dulce, fría, con un fondo oscuro por la caída del sol… Y antes de que el astro rey se escondiese, otro acontecimiento mágico en el cenote: una bandada de cientos de murciélagos abandonaban su siesta y salían como un enjambre de abejas a volar…casi me echo a llorar de la emoción.

En moto por México:  las arenas movedizas

Regresé a Mérida por una carretera en línea recta perfecta, ya de noche, hasta la tienda de Ducati, donde un montón de nuevos amigos me esperaban para cenar, charlar y divertirnos. Y pronto a la cama, al día siguiente  amanecía a las seis dispuesta a comerme este México que me estaba esperando. Y como casi siempre me ocurre en los viajes que ando sola, estaba bien acompañada. La ruta discurrió entre largas rectas y preciosas vistas hasta rozar la costa de un mar azul turquesa y arena blanca. Se me antojó hacer una foto con la moto a la sombra de un arbusto, en la orilla de una de esas playas desiertas.

Y la aventura se hizo carne, bueno, mejor barro. Hice la foto sin dificultad, la arena estaba dura, pero para salir de ahí no se me ocurrió otra cosa que seguir enfilando recto entre la orilla y el arbusto. Lo vi, vi una franja de barro o algo con la arena de diferente color hizo que redujera mi casi inexistente velocidad, decidí pasar despacio por lo que pudieses ocurrir. Para mi sorpresa, la rueda delantera queda presa en esa arena de diferente color. ¡Se hunde! ¡El barro se la está tragando! en cuestión de segundos salté de la moto y saqué las botas de esas arenas flácidas y babosas, rápidamente desmonté las maletas laterales para evitar el exceso de peso. Con un grito de ¡socorro! riéndome para mis adentros de mi misma por haber metido la pata, avisé a mi acompañante de camino, que descansaba a la sombra unos metros antes de la orilla. «Parezco nueva» pensé…

En moto por México: Un embrague, unas risas y un fornido caballero

Entre mi compi y yo no conseguimos mover ni un milímetro la rueda para sacarla de las arenas movedizas. Me acordé de aquel día en Bolivia en el que un mi amigo el chile Andrés, me enseñó a sacar del barro una moto metida hasta el sillín. Lo intentamos sin éxito (balancear de un lado a otro hasta tumbar la moto y sacarla a rastras de lado). Entonces cambiamos de estrategia, uniendo las dos motos con una espina e intentar sacar la Ducati con la pesada BMW. De las embestidas hacia delante solo conseguimos quemar algo de embrague, pero también conseguimos sacarla unos centímetros fundamentales.que evitaron que la Scrambler se hundiese más. Pero ante nuestra falta de técnica, o fuerza o lo que sea que fuera que no hacíamos bien para liberar mi moto, pusimos en práctica el plan «C»; llamar a algún hombre más, que nos ayudase a sacarla de allí. Llegó el fornido caballero que solo un poco de esfuerzo, sacaba la moto de allí, de esa pequeña franja de arenas movedizas.
Moraleja: «siempre, fuera de carretera, es mejor ir acompañado, si es de un hombre fornido, mejor que mejor»

En moto por México: La llegada a Palenque

Me despedí de mi  compañero de esta parte de la ruta con una comida excelente al borde del mismo mar que quería engullir mi moto unos minutos antes. NOs echamos unas risas después de un sincero abrazo, me despedí para continuar en solitario hasta la ciudad de Palenque. El camino no es muy bonito hasta que entras en la zona de las ruinas, donde la vegetación comienza a cubrirlo todo. Ya cayendo el sol y por recomendación de un amigo hispano-mejicano que muchos conoceréis, Bernardo Vives, acabé en un precioso hotel con un enorme cartel que rezaba «Bienvenidos Motoristas».  Una buena ducha y una cerveza con michelada y a dormir… o eso creía yo. Cuando por fin me tumbo en la cama; sonó la puerta. Me venían a buscar dos nuevos amigos, llegaban desde lejos para acompañarme al día siguiente por un camino de los más mágicos de México: por la provincia de Chiapas.

En moto por México: Secretos, dos cascadas y el agua azul

Acompañé a estos dos tipos a cenar, aunque yo ya lo había hecho. Quedamos para salir temprano hacia San Cristobal de las Casas. El grupo de tres motos nos dirigimos a descubrir los mejores secretos del camino. Comenzamos a rodar por una preciosa carretera, llena de verde a ambos lados, palmeras, papayas, árboles, todo mezclado con millones de tipos de helechos y otras plantas tropicales que no consigo reconocer. Primer desvío hacia unas cascadas, después de pagar a los indios la entrada y gracias a que ese día había muy poco turismo, conseguimos  acercar la moto hasta el abismo que nos separa de la cascada y su poza… Reprimo mis ganas de bañarme.

retomamos la carretera desviándonos de nuevo  esta vez no hay caseta de pago, ni asfalto, estamos en la parte de arriba de la cascada de antes, pero nadie lo sabe. Unos chicos se acercan hasta nosotros y nos piden dinero, yo me niego hasta que no recojan los plásticos en forma de botella que hay ahí tirados.  Les echo una charla sobre ser  los guardianes de sus propias maravillas y de lo importante que es tenerlo limpio. Seguimos camino, esta vez un secreto a gritos: otras cascadas de agua azul a las que dan ganas de tirarse otra vez al agua.Es impresionante la riqueza natural de esta parte de México. Una vegetación exuberante, agua en forma de pozas y cascadas de color azul, frutas tropicales a los lados de una carretera llena de curvas que sube sin descanso hacia las cumbres de las pequeñas colinas escarpadas, Una delicia para la moto.

En moto por México: Paradas, bloqueos y la noche en carretera, Chiapas

Entre cascada y cascada sufrimos varios parones, la estrecha y sinuosa carretera está llena de obras que obligan a detener un sentido de la circulación, el sol va cayendo y aún no hemos pasado por el lugar más peligroso y no por el tipo de asfalto. En esa pequeña población los maestros se quejan de sus condiciones de trabajo y llevan varios días bloqueando con barricadas la única carretera. El tiempo se nos echa encima y como no me gusta conducir de noche, no paramos ni a comer. El paso por la zona del bloqueo resulta mucho más fácil de lo que esperábamos. Nos dejan pasar serpenteando entre camiones, taxis, autobuses, trailers, carritos, carricoches y todo tipo de vehículos. La gente espera harta en los lados de la calle, con resignación, hasta que levanten las barras llenas de clavos del suelo, retiren los camiones atravesados en la calzada o quiten las barricadas de piedra y hogueras del centro del camino. Autobuses de pasajeros, mujeres con bebés…todos esperan a que abran en algún momento la circulación y poder llegar a sus casas. Algunos llevan ya una noche aquí, estancados y parados contra su voluntad. Elalimento infantil escasea y van llegando coches y taxis con comida desde otros pueblos. Por fin salimos de ahí, queda aún mucho camino.

En moto por México: Un tope, dos topes, tres tooopes…

(Leer con la música de “un globo, dos globos, tres globos, el que se la sepa) En un cruce próximo a mi destino, San Cristobal de las Casas, uno de mis acompañantes se desvía. Con salero me dice que nos esperan tantos topes como días tiene el año ¿365 topes? Noooo, ¡estás de coña! Que en mexicano sería: ¡no mames!. Pues si, cientos de pegotes de cemento en forma de tubo de altitud perfecta para que no puedas ni saltarlo ni pasarlo por los lados inundan las curvas, rectas, entradas y salidas de las poblaciones, es increíble, están por todas partes. Forman parte del camino, de la carretera y casi del paisaje, México no sería así sin esos “topes” o badenes gigantes, descomunales, asombrosos, numerosos…

Continua leyendo esta aventura por México:

En moto por México II de Chiapas a Valle del Bravo

En Moto por México III de Valle de Bravo a Mazatlán

 

Información sobre hoteles:
Palenque Casa Lakyum, hotel amigo de los motoristas pincha aquí.
San Cristobal de las Casas, Hostel Rossco, hotel amigo de los motoristas pincha aquí.
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«Al seis, lo inventaron en un dos por tres»

Alicia Sornosa

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